
Hoy es el día internacional del trabajo doméstico, por eso una vez más decimos: ESO QUE LLAMAN AMOR ES TRABAJO NO PAGO, es decir VIOLENCIA ECONÓMICA.

Cientos de mujeres alrededor del mundo haciendo listas del súper, chequeando las mochilas de sus infancias, consolando el primer desamor de las juventudes, haciendo malabares con las cuentas por pagar, sin poder coordinar su vida laboral con el trabajo en el hogar entre tantas tareas que implica la crianza.

En Argentina sucedió un evento único, el propio estado transversalmente desde el Ministerio de Género y Diversidad junto al Ministerio de Economía crearon el ÍNDICE DE CRIANZA, para infancias desde 0 a 12 años, teniendo en cuenta el costo de bienes, servicios y tiempo de cuidado.

Para comenzar cualquier análisis del índice de crianza debemos partir de la base, y no olvidarla en el camino, de que los montos expresados en el mismo son los que se necesitan para que una infancia o adolescencia no sea pobre en Argentina. Es decir es un piso mínimo, muy mínimo, de los costos de crianza. 

Se compone de dos conceptos: costos de bienes y servicios para la infancia o adolescencia + las horas de tareas de cuidado. Se toma hasta los 12 años de edad porque según el indec baja desde entonces las horas de tareas de cuidado. La realidad nos indica otra consideración pero podremos discutirlo en un futuro.

Gracias al Índice de Crianza los reclamos de cientos de madres dejarán de ser “exagerados” y cuestionados.

Criar tiene un costo y al fin podemos verlo con el sello oficial en él, evidenciando en números una realidad que percibimos a diario quienes criamos, que se pone en duda por quienes tienen que pagar la cuota.


Esa crianza conlleva tiempo que en la mayoría de los casos debemos extraerlo de otras actividades. Eso nos empobrece, si así como lo lees CRIAR NOS HACE MÁS POBRES A LAS FEMENEIDADES.

Si la crianza es respecto a personas con discapacidad ese empobrecimiento es aún mayor y el tiempo que se necesita para hacer la tarea también. Poder observar que para criar se necesitan cosas, dinero para comprarlas y tiempo para usarlas deja claro al fin que la cuota de alimentos es un derecho para las infancias y adolescencias.

El valor económico del tiempo de cuidado es el aporte que estamos haciendo a las nuevas generaciones. Es fundamental comprenderlo, todes necesitamos de otres que nos cuiden, protejan, alimenten, nutran, acompañen, es decir críen. 

El índice de crianza debe ser utilizado en cada rincón del país; se utilizaron valores de los costos de vida de Buenos Aires, esto deja realidades locales afuera, no incorpora dificultades que solo se viven en las provincias. Pero hoy tenemos por primera vez un índice, algunos números de una realidad invisible; mejor dicho una realidad que se da por hecho y por tal no se cuestiona. Mamá siempre está, y si es sin dinero va a encontrar la manera. Bueno no.

El tiempo de crianza debe ser reconocido a la hora de fijar cuota de alimentos. No puede dividirse la cifra por la mitad y que quien cuide soporte una parte porque eso sería poner el doble. Quien debe alimentos debe abonar el tiempo que no cuida. 

Deberemos ver cómo se utilizará, si los juzgados se permiten aprovechar la herramienta, si les abogades tendremos la inteligencia de proponer su uso y exigir que sea con perspectiva de género e infancias. El futuro está un poco más claro porque por primera vez contamos con números que demuestran que criar tiene un costo económico y es hora que quienes crían dejen de asumirlo por completo.

Por último una invitación:
Si sos una persona encargada de la crianza te compartimos la encuesta internacional de maternidades autónomas internacional; queremos recabar información de las protagonistas, para tener los números de un secreto a voces y elaborar propuestas que reconozcan los derechos de las infancias y maternidades, y nos ayudarías completando este formulario:

https://docs.google.com/forms/d/102Qb0G-jMylP88FR4x6gq8tmXWTku5Cy2kL_Y2rSaVw/edit


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En el día internacional del trabajo doméstico les invitamos a reflexionaar en torno a una de las  VIOLENCIAS ECONÓMICAS más naturalizadas: el trabajo doméstico no remunerado, de la mano de nuestra compañera la abogada feminista Florencia Rojo

ESO QUE LLAMAN AMOR ES TRABAJO NO PAGO

INDEC trabajo no remunerado

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En el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe del año 1983 se declaró el 22 de julio como el día internacional del “trabajo doméstico”, en reconocimiento a las mujeres que asumen las tareas de cuidados y del hogar que no están remuneradas. Y es importante mencionar que nos referimos a tareas que no están remuneradas porque, en nuestro sistema productivo, si las actividades no se intercambian con un pago no son consideradas “trabajo”, por lo que no suelen medirse, y por lo tanto a lo largo de la historia no han formado parte de las estadísticas ni de las políticas económicas. En nuestras matrices de aprendizaje una de las cuestiones más consolidadas es esta cuestión de que las tareas del hogar y de cuidados se realizan “por amor” y que por ese motivo no requieren ninguna contraprestación económica. 

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Esta trampa del amor que se repite en muchas otras dimensiones de la vida, es la que confina a las mujeres a ubicarse en el hogar como su lugar natural, y a las tareas domésticas como su rol fundamental. Esto es funcional al sistema productivo capitalista, que permite la reproducción de la fuerza de trabajo cuando regresa al hogar para descansar y servirse del trabajo de las mujeres. Es por eso que asumir las tareas de cuidado es algo de lo que no hemos podido escapar fácilmente. Aún en aquellos momentos de la historia en donde las mujeres hemos conseguido la emancipación económica y la autonomía para acceder al mercado laboral y administrar nuestros propios ingresos, no hemos podido liberarnos de la carga de las tareas domésticas y de cuidado, debiendo asumir lo que en la economía feminista se conoce como una “doble jornada laboral”. Según la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo (INDEC, 2013) las mujeres realizan el 76% de las tareas domésticas no remuneradas. Incluso las mujeres dedican más horas al trabajo doméstico cuando trabajan fuera del hogar y de manera paga que un varón que se encuentra desempleado (5,9 horas y 3,2 horas respectivamente). 

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Esta carga laboral no remunerada dentro del hogar lleva consigo un beneficio muy concreto para el sistema productivo y una desventaja muy profunda para la vida de las mujeres. El funcionamiento de nuestro sistema económico capitalista se ve favorecido al no tener que asumir el costo de tareas como el cuidado de las niñeces y de adultos mayores, la limpieza del hogar y de la ropa de sus miembros, la gestión y preparación de los alimentos.... 

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Todas tareas gratuitas a las cuales incluso pareciera difícil ponerle un precio. Pero no lo es tanto cuando estas tareas decidimos tercerizarlas. En el momento de contratar una persona (que también suele ser mujer) por fuera del hogar para que asuma estas tareas, el precio está claro, es un precio de mercado, y se puede medir perfectamente, dejando en evidencia que en cuestiones de tareas domésticas, como decíamos anteriormente, el amor entonces es una verdadera trampa. Y lo es también porque, en consecuencia, contribuye a profundizar las desigualdades de género que son históricas y que son muchas. Si las mujeres somos quienes más asumimos las tareas del hogar y del cuidado de personas de manera gratuita, nuestro tiempo se vuelve más improductivo, el tiempo disponible será mucho menos que el de los varones, y en consecuencia también el que podemos dedicar al desarrollo personal, profesional o económico. 

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Hoy somos parte de un feminismo que está poniendo en discusión todas estas cuestiones, tanto a nivel de debate social como en la agenda política. Hoy incluso contamos en Argentina con mujeres gobernando que están representando los intereses de todas aquellas mujeres que sufrimos de una doble o triple jornada laboral entre trabajos productivos y reproductivos, que sufrimos las inequidades de la distribución de los cuidados y las tareas del hogar, quienes debido a las horas que dedicamos en las tareas domésticas y de cuidados sufrimos del techo de cristal, del piso pegajoso, de las paredes de cristal y de la brecha salarial, entre otras desigualdades que gracias al compromiso y el trabajo de organizaciones feministas, desde hace algunos años sí se pueden medir. Por eso necesitamos aún más mujeres gobernando, disputando nuestros espacios en la política, poniendo en agenda nuestros intereses, trabajando en la transformación de nuestra realidad para que podamos vivir en una sociedad más justa e igualitaria.


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Reconocimiento a las mujeres que asumen las tareas de cuidados y del hogar que no están remuneradas pero sostienen, además de al propio hogar, al sistema productivo capitalista en su conjunto.

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