EN CASA TAMBIÉN NOS MATAN

Feminismo
Fecha:16/10/2020

En estos dias asistimos a la viralizacion de un video de Tik Tok donde un varón cis hace referencia a la igualdad de género, al patriarcado “y esas cosas” como él mismo las identifica. En este video, donde se lo puede ver en una obra en construcción, asegura que los varones nos quieren en casa para cuidarnos y no ahí lastimándonos las manos acarreando ladrillos. Como respuesta al masivo repudio que recibió en redes, publicó otros videos donde afirma que “hay mujeres que realmente valen la pena” y “les voy a enseñar qué es que una mujer pida igualdad de género” porque “es muy fácil pedir igualdad de género para muchas que están en sus casas sin hacer nada”. No hay dudas de que estos videos podrían utilizarse sin mayores añadiduras para responder “¿qué es el patriarcado?”, pero también podríamos poner el foco en algunos puntos...

En primer lugar este varón recurre a uno de los elementos que más ha condicionado la vida de las mujeres a lo largo de la historia y esto es la división entre el mundo público, mayoritariamente propiedad de los varones, y el mundo privado, reservado para las mujeres. Desde el origen de la tradición literaria occidental en la escena clave de “La Odisea” donde Telemaco le dice a su madre: “Madre mía, vete dentro de la casa y ocúpate de tus labores propias (…) El relato estará al cuidado de los hombres” hasta el reciente debate de candidates a vicepresidentes de Estados Unidos donde Kamala Harris fue recurrentemente interrumpida por Mike Pence, ha pasado mucha agua bajo el puente, pero el fondo de la cuestión parece ser el mismo: la voz de las mujeres es censurada en el espacio público. En segundo lugar refuerza uno de los prejuicios que con mayor fuerza ha logrado instalar en nuestras sociedades el binomio capitalismo-patriarcado y es aquel que nos ha convencido de que las tareas que valen son aquellas remuneradas, el trabajo productivo. Mientras tanto, el trabajo reproductivo - aquel que se compone de las tareas de cuidado y de mantenimiento del hogar - carece totalmente de valor para la sociedad. Y en tercer lugar, y quizás lo más grave, es que este sometimiento de la vida de las mujeres al espacio de lo privado no solo nos ha dejado fuera de la construcción del mundo o ha servido para borrarnos de los espacios de toma de decisión, como afirma Kate Millet “mientras nosotras amábamos ellos gobernaban”, sino que también ha sido un bastión fundamental en el recrudecimiento de la violencia machista sobre nuestros cuerpos. Esa “privacidad” del hogar ha llevado a que este se vuelva uno de los lugares más peligrosos para la vida de las mujeres. ¿Sabrá este hombre que el 64% de los femicidios que ocurren son dentro de la casa de las víctimas?

Sin embargo, el camino recorrido motorizado por el movimiento feminista nos demuestra una vez más que las divisiones según el género no son más que construcciones sociales, que está en nuestras manos terminar de derrivar los prejuicios de género. Las cooperativas como Madre Tierra, una organización que trabaja por el acceso al hábitat y a la vivienda adecuada, la justa distribución de la riqueza y una ciudad para todes, resultan fundamentales en la construcción de sociedades más justas e igualitarias para todes. Dentro de todo el trabajo que realizan en el Conurbano Bonaerense tienen un proyecto que se llama “Mujeres constructoras”, una propuesta dirigida a empoderar a las vecinas en un territorio y un oficio tradicionalmente privativo de los hombres. Las mujeres son capacitadas en técnicas básicas de la construcción para que ellas mismas puedan llevar adelante la construcción y también para que puedan pensar y decidir qué casa quieren habitar. Pero también el rol del Estado es fundamental para proveer condiciones equitativas para todas las personas y en funcionar como freno a la reproducción de estereotipos y violencias de géneros. Programas como “Ellas hacen” resultan indispensables para (re) pensar los roles de género desde una mirada integral.

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Episodios como estos nos muestran una vez más cómo el patriarcado opera en todos los órdenes de la vida en sociedad sostenido por un sentido común que quiere imponernos lugares en la sociedad según nuestro género. Pero tambien son una nueva oportunidad para demostrar que la salida de esta humanidad que ya no queremos ser es colectiva y feminista.

Por Natasha Cárcamo Julieta Martinelli Sol Méndez

Colaboradoras