Algunos datos destacados:
• 1 femicidio cada 34 horas en 2021
• 1 femicidio cada 30 horas en noviembre
• 168 intentos de femicidio en 2021
• 7 Transfemicidios/travesticidios
• El 65,5% de los femicidios fue cometido por las parejas y ex parejas de las vĂctimas
• El 60,6% de los femicidios ocurriĂł en la vivienda de la vĂctima
• Femicidas: 19 policĂas, 4 militares y 1 gendarme
• 36 vĂctimas habĂan realizado al menos una denuncia y 22 tenĂan medidas de protecciĂłn
• Al menos 168 niñes perdieron a sus madres como consecuencia de la violencia machista en 2021
En la semana del 25 de noviembre - DĂa Internacional de la EliminaciĂłn de la Violencia contra las mujeres volvemos a gritar “Ni Una Menos - Paren de matarnos”.
De acuerdo al análisis de medios gráficos y digitales de todo el paĂs del 1 de enero al 20 de noviembre de 2021 hemos registrado 229 femicidios, y 16 femicidios durante el mes de noviembre. Desde el Observatorio tambiĂ©n registramos los intentos de femicidios, aquellos hechos que no llegan a la muerte, pero que deben ser visibilizados para entender el alcance real de la violencia machista y la forma progresiva en que se da. Durante 2021 se registraron 168 intentos de femicidios, más del 90% de los cuales fueron perpetrados por parejas o ex parejas.
Siguiendo con la informaciĂłn recabada sobre femicidios, en el 87,7% de los casos el femicida pertenecĂa al cĂrculo Ăntimo de las vĂctimas, siendo la mayorĂa de los casos (65,5%) perpetrados por parejas o ex parejas de las vĂctimas. Más de la mitad de los hechos, 60,6%, ocurrieron en la vivienda de la vĂctima, hogar que en varios casos comparte con su agresor. Resaltamos estos datos para romper con el imaginario que sostiene que para las mujeres el peligro se encuentra en la calle, solas y frente a un desconocido. Entender este contexto de violencia es fundamental para pensar polĂticas pĂşblicas dirigidas a prevenir las violencias y asistir a las vĂctimas. En este sentido, necesitamos más medidas que posibiliten y fortalezcan la autonomĂa econĂłmica de las mujeres, que incluya el acceso a trabajo formal y a la vivienda, y sin la cual se dificulta la salida de las situaciones de violencia.
Otro aspecto a destacar es el relacionado con la Justicia y las fuerzas de seguridad/armadas. En 2021 observamos que el 16% de las vĂctimas habĂan realizado al menos una denuncia previa y sĂłlo el 10% tenĂa medidas de protecciĂłn. De esto se desprenden dos cuestiones que preocupan: la falta de respuesta adecuada para aquellas que denuncian y las pocas denuncias que se realizan. A pesar de haber pedido ayuda estas vĂctimas fueron asesinadas, desprotegidas por una Justicia patriarcal que continĂşa reacia a capacitarse en perspectiva de gĂ©nero porque se cree omnisciente, desconociendo cĂłmo abordar a las vĂctimas de violencia, revictimizándolas a ellas y sus familias, tomando decisiones sin una mirada integral e interseccional sobre el tema. Nosotras, desde el movimiento de mujeres, seguimos exigiendo la implementaciĂłn de la Ley Micaela en el Poder Judicial y continuaremos visibilizando cada decisiĂłn tomada por jueces y fiscales que ponga en peligro la vida de las mujeres y que naturalice la violencia machista. Como es el caso del Jury de Enjuiciamiento que comienza hoy a los jueces Juan Facundo GĂłmez Urso y Pablo Viñas del Tribunal Oral en lo Criminal NÂş1 de Mar del Plata, quienes absolvieron en 2018 a los femicidas de LucĂa PĂ©rez. En palabras de la ComisiĂłn Bicameral de Procedimiento para el Enjuiciamiento de Magistrados de Buenos Aires, que acusa a los jueces, GĂłmez Urso y Viñas “negaron una situaciĂłn de vulnerabilidad dentro del contexto de gĂ©nero y que LucĂa fuera cosificada para satisfacer sus deseos”. Exponentes máximos del patriarcado judicial, estos jueces revictimizaron y culparon a LucĂa, indagando sobre su vida y la de su familia, y naturalizaron el abuso y el femicidio. Además, este tipo de sentencias machistas les da un mensaje de desprotecciĂłn a las vĂctimas y un mensaje de seguridad y complicidad a los agresores.
Al mismo tiempo, aquellas vĂctimas que han podido denunciar y obtener una medida de protecciĂłn tampoco fueron protegidas de forma integral. Las fuerzas de seguridad, quienes deben controlar que estas restricciones se cumplan no sĂłlo no lo hacen, sino que tampoco garantizan derechos y los avasallan, como es el caso del cabo RubĂ©n MartĂnez quien debĂa custodiar la casa de una mujer que habĂa denunciado violencia de gĂ©nero y lejos de protegerla la abusĂł o el de los policĂas de San Luis que asesinaron a Florencia MagalĂ Morales en una comisarĂa. Estos hechos no sorprenden cuando vemos que 19 femicidas pertenecĂan a la PolicĂa, 4 a Fuerzas Armadas y 1 a GendarmerĂa, quienes tienen a su disposiciĂłn su arma reglamentaria y contactos en estas instituciones que profundizan la vulnerabilidad y el riesgo de las mujeres y posibilitan su impunidad. En este escenario en el que sobran los casos de violencia institucional y policial, necesitamos que los agentes se formen en perspectiva de gĂ©nero y derechos humanos. No podemos naturalizar las prácticas machistas, homoodiantes, racistas y xenĂłfobas en las fuerzas de seguridad y armadas, asĂ como tampoco se puede aceptar la complicidad machista en estas instituciones.
Decimos: Basta de violentarnos y matarnos. Basta de precarizar nuestras vidas. Necesitamos que el Estado y sus instituciones se comprometan a garantizar nuestra autonomĂa econĂłmica por una vida libre de violencias y que la sociedad en su conjunto entienda que la violencia machista nos afecta y atraviesa a todas, todos y todes.