Ser intersex y romper el silencio: contar la propia historia como acto de supervivencia

LGBTI
Fecha:26/10/2024Por:Ele Egea

Cande, ¿te imaginabas la repercusión que iba a tener tu libro?

La verdad, no te voy a mentir, yo pensaba que iba a tener cierta repercusión. Lo que no me esperaba era el impacto tan hermoso que tuvo en mi familia. Fue un alivio inmenso. Pudimos hablar de temas que estuvieron en silencio durante años. Mis hermanos también se sintieron aliviados. Es muy trabajoso sostener un secreto, y ese peso nos lo sacamos todos de encima. Otra cosa que no anticipé fue reencontrarme con amigos de la infancia, de la adolescencia, gente que nunca supo lo que me había pasado. Mi adolescencia fue bastante conflictiva, no encajaba en ningún lado y no tenía herramientas para explicarlo. Mirando en retrospectiva, debo haber sido bastante insoportable a veces. Pero había un porqué. El libro me permitió hablarlo, ponerle palabras, y eso me cambió la vida.

¿Cómo fue el proceso de investigar tu propia historia?

Como periodista, siempre me sentí cómoda en el campo de la investigación. Investigar mi propia identidad, sin embargo, fue raro y complicado. Al principio tuve que entrevistar a personas que me hablaban de mí cuando yo no tenía conciencia, como cuando era bebé. Encontrar mi expediente y el documento donde me llamaban Esteban fue un golpe fuerte. Fue un proceso de años. Escribir en primera persona me resultó incómodo. Como periodistas, siempre contamos la historia de otros, y creo que escribir en primera persona tiene un componente de ego. Pero en este caso, no había otra manera. Este libro no podría haber sido escrito de otra forma.

En tu libro se nota un cambio de ritmo entre tu vida en Buenos Aires y tu vida en el pueblo. ¿Cómo viviste esa transición?

En Buenos Aires, el anonimato es algo que parece atractivo al principio. Creés que entre tanta gente no estás solo, pero en realidad es una soledad espantosa. Y llega un momento en que enfrentarte a esa soledad, por decisión propia, es difícil. Fue toda una preparación inconsciente: primero dejé de fumar, de tomar alcohol, después de comer carne… Era una apuesta por la supervivencia. Cuando me mudé al pueblo, llegué súper limpia, sin nada que me evadiera. Y eso fue un doble desafío. Al principio, me daba miedo que en un lugar tan pequeño la gente se enterara de todo, pero mis vecinos compraron el libro y lo recibieron con muchísimo respeto. Un día, mi vecino, un hombre grande al que quiero mucho, me mandó un mensaje diciéndome que yo era su ídola. Esas cosas me alivian, porque uno llega con miedos, pero también encuentra mucho amor.

En cuanto al acceso a la salud, sabemos que enfrentás barreras por ser intersex. ¿Cómo ves esa realidad?

Yo, por ejemplo, no tengo obra social. El sistema médico te interviene de bebé, te mutila, y luego ese mismo sistema te rechaza cuando necesitás atención. Me dicen que es una “enfermedad preexistente” y que sólo podría acceder a un plan carísimo que no puedo pagar. Es frustrante. Lo que necesitamos es que las personas intersex podamos acceder a la salud sin barreras, y que nuestros cuerpos no sean vistos como monstruosidades a corregir. Necesitamos hablar más sobre esto, incluyendo a médicos, psicólogos y a las familias de personas intersex, porque es un debate necesario.

¿Cómo fue tu experiencia en el Encuentro Plurinacional de Mujeres en 2019, donde participaste del primer taller de intersexualidad?

Ese Encuentro fue un antes y un después para mí. Pude hablar con otras personas intersex por primera vez, sin tener que dar explicaciones ni justificarme. Fue un alivio enorme. La sociedad nos obliga a dar explicaciones constantemente sobre nuestros cuerpos, y eso tiene un costo muy alto. Pero en ese espacio, me sentí libre, pude hablar con honestidad y sin defensas. Fue un momento clave en mi proceso de aceptación.

¿Cómo ves el futuro para las infancias diversas en el contexto actual?

Me preocupa mucho el futuro. Lo veo parecido a cuando yo nací, en plena dictadura, con las disidencias perseguidas y los cuerpos diversos cancelados. Sin la Educación Sexual Integral (ESI), ¿cómo van a crecer estas infancias? Me da mucha tristeza pensar que quizás tendrán que guardar el mismo silencio que yo guardé. La sociedad no salió mejor, sigue habiendo mucho odio. Además, con el auge de las derechas y su retórica de odio, me pregunto qué va a pasar con las conquistas que logramos. Creíamos que los derechos adquiridos estaban firmes, pero la realidad nos dice otra cosa. Y las redes sociales juegan un papel fundamental en la divulgación y propagación de ese odio. La batalla por la visibilidad y los derechos no ha terminado, tenemos que seguir luchando.

¿Qué rol juega el feminismo en tu vida y en esta lucha?

Para mí, el feminismo es una forma de habitar el mundo. Es sentir con los demás, con la naturaleza, con la vida. Todo lo que me hicieron en el cuerpo fue sin feminismo. Mi vieja también vivió su vida sin ser atravesada por él. El feminismo nos cambia, nos hace personas más empáticas, más libres. Nos ayuda a construir colectivamente, a pensar en el bienestar de todos. Es una trinchera de amor, de resistencia, y creo que es fundamental para combatir este clima de odio que estamos viviendo. Es un sustento, una forma de soñar un mundo más justo, más humano.

Con la situación actual, ¿qué lugar ocupa el feminismo como resistencia ante el avance de las derechas?

En este momento, el feminismo es más necesario que nunca. Creo que debemos seguir el ejemplo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Lo que estamos viviendo es horrible, pero esto también va a pasar. Tenemos que hacer una revisión colectiva de por qué llegamos hasta acá, y no simplemente señalar al que votó a la extrema derecha. Desde el progresismo no supimos dar respuestas, y eso es parte de lo que nos llevó a este momento. Lo que me preocupa es la deriva que va a quedar de esto. Los presidentes pasan, pero las políticas de odio, la persecución, las prácticas de un Estado policía, dejan marcas que perduran. Las redes sociales también juegan un papel clave en la difusión de ese odio. Tenemos que reconstruir desde el amor y la empatía, porque es la única forma de sanar como sociedad.

Esta entrevista con Candelaria Schamun no es sólo un testimonio personal, es un llamado a la acción. En tiempos oscuros, escuchar estas voces y visibilizarlas es un acto de resistencia. Desde el Observatorio, nos unimos a esa trinchera de amor, visibilidad y lucha, convencidxs de que el futuro puede ser más inclusivo y humano.