La violencia laboral y política existe, y los medios de comunicación no están exentos de ella. Esta semana tuvimos la noticia de que la periodista Silvia Martínez Cassina fue desplazada del noticiero del mediodía de Canal 13, luego de más de 20 años de estar al frente de la conducción. A principios de julio, el diario Clarín (que forma parte del mismo multimedio) había publicado la publicidad de su programación con la foto de cada conductor, obviamente varón, porque las mujeres son desplazadas de estos puestos. Silvia se hizo eco de esta publicación y escribió en sus redes: “Desplazan y acallan voces. Afuera, @eltreceoficial firma acuerdos de equidad en los medios. Adentro, la realidad es ésta. Después de 23 años compartiendo conducción todos los mediodías, me da vergüenza ajena. No soy la única.”
La estaban borrando, desplazando y acallando, por ser mujer, pero también por su función gremial. Por su trabajo como delegada del SIPREBA en Artear, por pelear por paritarias, por pelear por mejores condiciones laborales y ponerle un freno a la precarización, por los derechos de sus compañerxs. La muestra clara de la persecución por ser mujer es que se lo hicieron a ella y no a un compañero varón, y que no fue desplazada por otra compañera, sino por su co conductor varón. Pero no es la primera vez que, al menos públicamente, Silvia fue violentada en su trabajo. En 2016, a días del segundo Ni Una Menos, en el noticiero del mediodía, luego de que su compañero Luis Otero saludara a las Juanas en el día de Juana de Arco, ella añadió “Y que siga su lucha”. Al día siguiente en la sección Los Replays del suplemento de espectáculos del diario Clarín, describieron la situación rematando con: “Ojo con la lucha Silvia, mirá que esa Juana de la que hablan terminó quemada en la hoguera”. Una clara amenaza, por ser mujer, feminista y delegada gremial.
Es necesario entender que las violencias no se dan de un día para el otro, son pequeñas acciones que se ejercen lentamente para erosionar nuestra integridad, y forman parte de un contexto, ocurren dentro de una cultura machista que a través de estereotipos y reglas patriarcales dividen sexualmente el trabajo, los roles y hasta el deseo. En este escenario de reiterada desigualdad, durante años nos enseñaron que los puestos importantes de decisión eran de varones (cis claramente), que los periodistas prestigiosos eran varones, que los conductores de prime time eran varones. Hasta el día de hoy recuerdo que cuando era chica y comentaba que quería ser periodista, me preguntaban si quería ser como Lanata, como un modelo a seguir. El no vernos representadas en los medios forma nuestro imaginario sobre lo que podemos ser y lo que no, pero, gracias a la lucha de otras mujeres, con el tiempo las mujeres periodistas fueron abriendo camino en los medios, pudiéndonos identificar, pensar de otra manera, proponiéndonos otro tipo de comunicación, que contemplara el cuestionamiento de lo establecido, de lo que nos oprime, de lo que nos violenta.
A pesar de haber conquistado muchos derechos y espacios, igual nos siguen borrando y callando, ¿cómo? Corriéndonos de lugares visibles y aleccionándonos, como hicieron y hacen con Silvia. Por eso la lucha sigue vigente, por esto es que necesitamos paridad en los medios, no sólo para que las mujeres podamos llegar a estos lugares y habitarlos sin violencias, sino también para que lxs comunicadorxs del colectivo LGBTI también tengan ese espacio, porque todxs sabemos que si es difícil para una mujer cis acceder a espacios de poder (y la comunicación es poder) para una mujer trans, un varón trans, una travesti, los obstáculos son mayores. Habitar espacios dentro de los medios de comunicación es vital para poder darle otra mirada a los discursos, a las representaciones, que implican reflejar desigualdades, privilegios, un sistema que nos deja afuera y nos dice que no podemos estar ahí, que no nos corresponde. Y eso venimos a romper.
El patriarcado, y sus actores machistas, se resisten a la transformación redoblando su violencia, pero el silencio ya no es parte de nuestra vida, no estamos solxs, nos tenemos, nos abrazamos y luchamos acompañadxs. Es una lucha colectiva, por eso el hostigamiento y la violencia hacia una compañera comunicadora, es el hostigamiento y violencia hacia todxs nosotrxs y lxs que vendrán. Porque la violencia dentro de los medios de comunicación, es violencia hacia nuestros mundos posibles y no nos seguirán quitando la posibilidad de ser libremente.
Laura Oszust - Integrante del equipo de registro y comunicación del Observatorio de las violencias de género Ahora que sí nos ven.