El 9 de septiembre de 1947 se aprobó en el Congreso la Ley de Sufragio Femenino. Impulsada por Eva Perón y con los antecedentes de la lucha del movimiento de mujeres sufragistas como Julieta Lanteri, esta ley posibilitó que las mujeres pudieran votar masivamente en las elecciones presidenciales de 1951.
La participación política de las mujeres y diversidades fue creciendo a lo largo del tiempo y sus acciones se fueron visibilizando cada vez más. La lucha continuó. En 2017 se sancionó la Ley de Paridad de Género en las listas, que establece que las listas legislativas deben integrarse en un 50% por mujeres de manera intercalada y sucesiva. Desde las elecciones de 2019, primera elección en que se aplicó la ley, la representación de mujeres en la Cámara de Diputados ha crecido 3 puntos, aunque en el Senado la cifra no ha cambiado. Al mismo tiempo, en el Congreso Nacional las mujeres ocupan el 40% de las bancas, y a nivel provincial en las cámaras bajas o legislaturas unicamerales el promedio de participación de mujeres es del 33%, siendo Salta la provincia en que la participación de mujeres se redujo alrededor de 5% en ambas cámaras desde que entró en vigencia la Ley de Paridad y donde menos representatividad de mujeres hay: 13% en el Senado y 20% en Diputados (1). No es casualidad que en la misma provincia en que se criminaliza a una médica que garantiza el derecho de las mujeres y personas gestantes a decidir a la vez no se garantice la participación política de las mujeres y disidencias. Este contexto lejos de inhibirnos, nos impulsa a seguir luchando por mayor representación, participación política y derechos.
Esta participación política, iniciada formalmente con el sufragio, presenta resistencias de distintos sectores machistas que nos violentan día a día. Para darle pelea a estos ataques se incorporó a la Ley de Protección Integral a las Mujeres el tipo de violencia política y la modalidad pública-política. Aún contemplada en nuestro marco legal, la violencia política sigue vigente, con el objetivo de disciplinarnos y obstaculizar el ejercicio de nuestros derechos. En el último tiempo vimos cómo en los medios de comunicación y las redes sociales se acentuaron los intentos de invisibilizarnos, infantilizarnos y denostarnos tratándonos de putas, incapaces, autoritarias deseando que volvamos a encerrarnos en el ámbito privado, en muchos casos, bajo amenaza de muerte. A pesar de estos hechos violentos, no nos pueden parar. Porque el movimiento transfeminista, mal que les pese a algunos, es un movimiento político, transformador y revolucionario dentro del cual conquistamos derechos y defendemos la democracia. Ese avance asusta a los exponentes políticos, sociales, económicos y culturales del patriarcado, a nosotrxs nos hace más fuertes.
En este aniversario del sufragio femenino y a días de las elecciones les recordamos que no nos callan más y que la política no es ni será sin nosotrxs.
(1) https://www.argentina.gob.ar/interior/observatorioelectoral/analisis/mujeres