En las últimas horas nos enteramos que Gemma Constantini, una mujer trans que trabajaba desde hace 12 años como operadora técnica en Radio 10 (Grupo Indalo) fue despedida sin motivo, casualmente (o no) a meses de su cambio de género.
Gemma quiso entrar el 15 de enero a su lugar de trabajo y personal de seguridad no se lo permitió. Nadie le dio una respuesta. Luego de insistir para que le den explicaciones le dijeron que “venía trabajando mal”. Gemma se sorprendió, ya que “después de 23 años de trabajar en el mismo espacio físico, 12 años de trabajo en Radio 10 haciendo la misma tarea y nunca pasó nada… ¿venía trabajando mal? ¿No es llamativo?”.
En Argentina en 2021 se sancionó la Ley de Equidad en Medios (Nº 27635), que tiene el objetivo de transformar los medios de comunicación en espacios de trabajo libres de violencias y desigualdades de género. Si bien los medios de gestión privada no pueden ser obligados a cumplir con las disposiciones de la ley (que alcanza sí de forma obligatoria a los medios estatales), el Estado debe promover la adecuación de éstos a prácticas y formas de organización más equitativas, como la inclusión laboral con perspectiva de género y diversidad sexual.
Al mismo tiempo, en los últimos días ocurrió un ataque claramente LGBTI+ odiante al bar Maricafé, ubicado en el barrio de Palermo. El ataque ocurrió en la madrugada del sábado cuando dos personas arrojaron un elemento prendido fuego en el lugar y huyeron. El hecho no es casual, es un acto intimidatorio. Los medios se refirieron a esta noticia y Crónica no fue la excepción. En el programa que conduce Flavio Azzaro una periodista tuvo la intención de informar sobre el tema, pero se encontró con un compañero (Azzaro) que banalizó en todo momento el ataque al bar. Entre las frases que dijo se escucharon: "¿Qué significa un café GLGTV (sic)? ¿Yo no puedo ir, ponele?". Cuando la periodista le quiso explicar que es un café inclusivo, Azzaro respondió: "¿Pero hay cafés que no son inclusivos, que si sos gay no podés entrar? A vos Caro, ¿qué te gustan? ¿Los hombres o las mujeres?". Toda la presentación de la noticia burlándose del ataque y del colectivo LGBTI+, mientras su compañera pacientemente trataba de explicarle qué es un bar inclusivo. Por último, cerró: “Ya está, no pasó nada. La gente pregunta eso (por tu tatuaje) o vos te pensás que la gente en nuestro WhatsApp pregunta si pasó algo con el almohadón”.
Hoy Azzaro declaró que fue desafortunado lo que dijo y “que desconoce del tema” y que “el que no lo consume (a él) no entiende su código”. ¿La supuesta ignorancia lo exime de banalizar el LGBTI+ odio? ¿Vale más convertirse en contenido viralizado/viralizable” que contribuir a erradicar la violencia? ¿No deberían estar formadxs lxs comunicadorxs en derechos humanos y género? ¿Es culpa de quien no entiende su chiste LGBTI+ odiante? Y en tiempos en que se desnaturaliza la violencia laboral en los medios, ¿vamos a seguir tolerando y avalando que un conductor se burle de la noticia que trae una compañera? ¿Vamos a seguir permitiendo que se desvalorice el trabajo de una compañera preguntándole si le gustan las mujeres o los varones cuando intenta contar una noticia seria?
Es cierto que no es lineal que a partir de la banalización de hechos discriminatorios contra la comunidad LGBTI+ ocurren crímenes de odio (desde el observatorio Ahora que sí nos ven registramos al menos 7 transfemicidios en 2021), despidos arbitrarios o desigualdad en el acceso a derechos, pero en un contexto en el que los movimientos anti derechos se encuentran muy visibles y activos (y hasta con bancas en el Congreso) los discursos de odio en los medios de comunicación habilitan acciones violentas.
Necesitamos medios de comunicación públicos, privados y sin fines de lucro que transformen sus rutinas productivas, sus formas de contratación, sus prácticas laborales y su forma de informar. Para esto es fundamental que el Estado implemente la Ley de Equidad en Medios y promueva la adopción de la misma en los medios privados. Lxs falsxs adalides de la libertad dirán que este tipo de intervenciones del Estado avasallan derechos. Pues les informo que cuando los derechos de colectivos históricamente hostigados son avasallados el Estado debe intervenir para garantizar que se cumplan, entre ellos el derecho a la vida, porque el Estado es garante de los derechos de todas, todes y todos.
Otra vez, dirán que no es lineal que a partir de un discurso discriminatorio ocurra un hecho de violencia, pero, para sorpresa de muchxs, ya discriminar es un acto de violencia y un delito. “Se discrimina a una persona cuando no puede, se le dificulta, se lo limita o se le reduce la posibilidad de ejercer un derecho por cuestiones de: Raza. Religión. Nacionalidad. Forma de pensar. Opinión política o gremial. Sexo. Posición económica. Condición social. Características físicas.” (1)
Es fundamental para el ejercicio de la democracia que todas las opiniones se respeten y se escuchen, pero las opiniones discriminatorias no pueden tener como excusa la libertad de expresión. Para vivir una vida libre de violencia machista, racista y xenófoba, es imprescindible transformar los medios en espacios donde haya más acceso de mujeres y LGBTI+ en todos los puestos, igualdad de salario, no exista el maltrato laboral y desde donde se difundan imaginarios igualitarios. Como comunicadores ese debe ser nuestro desafío, no ser viral.
*Laura Oszust, Licenciada en Comunicación Social.