Termina el 2018, uno de los años más importantes en la historia de la lucha del movimiento feminista en la Argentina. Si tuviéramos que recordarlo por algo, sin dudas lo haríamos por la marea verde que inundó las calles de todo el país exigiendo la aprobación del proyecto de Ley de legalización del aborto elaborado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que obtuvo media sanción en la Cámara de Diputadxs la madrugada del 14 de junio.
Durante los meses que duró el tratamiento de la ley, pudimos escuchar infinidad de voces que se manifestaron a favor y en contra de otorgar este derecho a las mujeres. También, mientras debatíamos, cuatro mujeres perdieron la vida como consecuencia de la clandestinidad de esta práctica, confirmando así que -a pesar de estar prohibida- las mujeres abortamos y que las más pobres son las que mueren en el intento. Se estima que hubo más de 3000 muertes de mujeres por abortos clandestinos desde la recuperación de la democracia a la actualidad, todas muertes evitables.
El pañuelo verde, símbolo de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito
De igual manera la denuncia de Thelma Fardin contra el actor Juan Darthés conmocionó las bases de una sociedad machista que -a pesar de haber avanzado en el reconocimiento de muchos derechos de las mujeres, niñas y adolescentes- se sigue rigiendo con un alto grado de hipocresía que carga contra las mujeres y no contra quienes nos violentan y sigue sosteniendo y fomentando relaciones desiguales de poder entre los géneros que son en definitiva la causa primera de las violencias contra las mujeres. Junto a Thelma, miles de mujeres se animaron a hablar, a denunciar y nos unimos en un gran abrazo y en consignas fuerza como #HermanaYoSiTeCreo, #NoEsNo y #MiráComoNosPonemos.
Al igual que el 3 de junio del 2015, cuando la consigna #NiUnaMenos se instaló en las redes sociales y la agenda pública y dio origen a movilizaciones multitudinarias en todo el país, el 2018 representa uno de los años más fértiles de la revolución cultural que estamos impulsando las mujeres y las disidencias con nuestra lucha y protagonismo en todos y cada uno de los ámbitos en los que estamos insertas.
Asimismo, y como consecuencia de la inacción estatal, la violencia contra las mujeres no cesa. Desde el Observatorio de las Violencias de Género "Ahora Que Sí Nos Ven" relevamos, a partir del análisis de medios periodísticos gráficos y digitales de todo el país, un femicidio cada 29 horas durante el 2018 y 895 femicidios durante los 3 años de gestión del actual gobierno. Estas estadísticas también arrojan que el 82% de los femicidas son hombres del círculo íntimo de las víctimas, que el 17% de las mujeres asesinadas habían realizado denuncias previas y el 11% de ellas tenía medidas de protección dictadas por la justicia. Todas muertes evitables si el sistema de justicia hubiera accionado en tiempo y forma. Durante los últimos tres años, por lo menos 925 niñxs quedaron huerfanxs, víctimas colaterales de la violencia machista.
Un dato alarmante es que el 27% de los femicidios registrados en el mismo período fueron cometidos contra mujeres jóvenes de entre 15 y 25 años, el 14% de esas jóvenes asesinadas había sido víctima de abuso sexual y violaciones previamente, como fue el caso de Lucía Pérez. Las cifras son aberrantes y las sentencias judiciales -como la que dejó impune a los asesinos de Lucía- no hacen más que dar un mensaje a la sociedad: los femicidas no serán abarcados por la justicia.
En sintonía con los datos expuestos anteriormente, otra investigación que realizamos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante 2018, en colaboración con el Consejo Económico y Social, establece que 9 de cada 10 mujeres que habitamos esa ciudad hemos sufrido alguna forma de violencia de género a lo largo de nuestras vidas. Esta violencia es ejercida principalmente dentro de nuestros hogares (el 76%) por hombres de nuestro círculo íntimo (padres, abuelos, tíos, parejas, exparejas), pero también la padecemos en nuestros lugares de trabajo. El 42% de las mujeres reconoció haber sufrido violencia en el ámbito laboral y el 37% en ámbitos educativos. A pesar de ser una problemática extendida, sólo el 6% de las mujeres recurrió a organismos públicos para realizar denuncias o solicitar asesoramiento.
Pero esto no es todo, estas cifras van acompañadas de un recorte del 38% en el presupuesto destinado al Plan Nacional de Acción para Eliminar la Violencia contra las Mujeres durante el año 2019, y el Instituto Nacional de las Mujeres cuenta con un presupuesto ínfimo, tan sólo $11 por mujer para dar respuesta al avasallamiento que sufrimos las mujeres sobre nuestros derechos. Esto habla a las claras de la nula importancia y la falta de voluntad política para luchar contra el flagelo de la violencia machista en la Argentina.
Los tres poderes del Estado están en falta y se encuentran por detrás de las demandas masivas que -como sociedad- venimos dando para frenar la violencia contra las mujeres. La no aplicación de leyes vigentes como la ley 26.485 de prevención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres y la ley de Educación Sexual Integral son deudas pendientes para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Sin políticas públicas será muy difícil acelerar el cambio cultural necesario para revertir las terribles situaciones de discriminación y violencia que sufrimos las mujeres en Argentina. Hasta lograrlo las mujeres seguiremos en la calle, haciendo historia.
Nota publicada originalmente en TN